
José Enrique Serrano
José Enrique Serrano (1949-2025)
El auténtico fontanero del PSOE
Estrecho colaborador de los máximos dirigentes socialistas contemporáneos, empezando por González y Zapatero, gestionó hábilmente escándalos y pactos de Estado

José Enrique Serrano Martínez
Político
Profesor de Derecho del Trabajo, con algunas que otras investigaciones novedosas en su haber, fue secretario general de la Universidad Complutense en 1981. A partir de 1987, se dedicó en cuerpo y alma al PSOE tanto en el poder como en la oposición. Su único contacto con el sufragio universal fue como diputado en el Congreso entre 2011 y 2016.
José Enrique Serrano Martínez tardó en escalar los peldaños que le llevaron a la cúpula de los distintos gobiernos socialistas de la democracia. En el primero de ellos, el presidido por Felipe González, hubo de esperar a enero de 1987 para ocupar su primer cargo de responsabilidad, el de director general de Personal del Ministerio de Defensa bajo la batuta del entonces ministro Narcís Serra, a quien siguió camino del Palacio de la Moncloa, cuando fue nombrado vicepresidente del Gobierno allá por marzo de 1991.
Fue precisamente en la Moncloa donde Serrano adquirió la condición de 'fontanero' a la que quedó adscrito hasta el final de sus días. Desde la atalaya de jefe de Gabinete de Serra hubo de gestionar el aluvión de escándalos que iban aflorando en la última etapa de González.
El 'fontanero' cumplió su cometido con tanta habilidad en el amasijo de casos conformado por Luis Roldán, Mario Conde, el Cesid o los Gal que cuando Serra dimitió a principios del verano de 1995, arrastrado por las escuchas ilegales de los servicios de inteligencia, salvó su pellejo siendo designado jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, en sustitución de Antoni Zabalza. Serrano era pues, un funcionario que combinaba su inquebrantable militancia socialista –en lo defendible y en lo menos defendible– con el sentido de Estado, una capacidad que le llevó a negociar pactos con el Partido Popular y, sobre todo, los delicados traspasos de poder de 1996 y 2004, especialmente este último, acaecido tras los atentados del 11 de marzo de 2004 en un clima de extrema tensión política. Sabía como pocos tensar la cuerda en cualquier negociación.
De ahí que durante los ocho años del PSOE en la oposición sus sucesivos líderes siguieran confiando en sus servicios, especialmente Joaquín Almunia, con quien padeció la severa derrota electoral del 2000. El contratiempo no fue óbice para que el nuevo secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero le nombrara jefe de Gabinete –¿Quién si no?, se podría decir– cuando llegó a la Moncloa.
Serrano lo fue hasta el último día, corresponsable, por lo tanto, de los desastres de aquella época, Cabe preguntarse, sin ir más lejos, qué pensó Serrano, nieto por vía materna de un político carlista asesinado por milicianos en agosto de 1936, de la Ley de Memoria Histórica. Se puede suponer: con el PSOE en cualquier circunstancia. Incluso, como apunta Ignacio Varela en El Confidencial, «prestó su ayuda generosa a Pedro Sánchez en sus primeros pasos, mientras este se dejó ayudar».