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¿Veraneará León XIV en Castelgandolfo?

Aunque pueda parecer una cuestión menor, lo cierto es que la elección de este pequeño gesto podría decir mucho del tono, del estilo y de la dirección del nuevo pontificado

Por ahora, nadie lo sabe. Ni el Vaticano ha dado pistas, ni León XIV ha mostrado abiertamente sus intenciones. La pregunta, sin embargo, está en el aire: ¿veraneará el nuevo Papa en Castel Gandolfo? Y aunque pueda parecer una cuestión menor, lo cierto es que la elección de este pequeño gesto podría decir del tono y del estilo del nuevo pontificado.

Castel Gandolfo no es un destino cualquiera. Durante siglos, ha sido el retiro estival por excelencia de los Papas. Su ubicación a orillas del lago Albano y un aire más fresco que el bochorno romano del ferragosto contribuyeron a convertir a este encantador pueblo, situado a 40 kilómetros de Roma, en lo que muchos llaman el «segundo Vaticano». Pero más allá del clima, lo que hace especial a este pueblo y a la villa pontificia de Castel Gandolfo es la profunda carga histórica que arrastra.

Reducir una apretada agenda

Fue el Papa Urbano VIII, elegido en 1623, quien eligió Castel Gandolfo como residencia estival de los Pontífices. Desde entonces, el lugar fue acondicionado y reformado para ofrecer un descanso más cómodo. A partir de ese momento, todos los Papas, en mayor o menor medida, hicieron uso de esta residencia veraniega para retirarse unos días y recuperar fuerzas tras la intensa actividad de su apretada agenda anual.

Juan Pablo II solía refugiarse en Castel Gandolfo para descansar durante el verano. Benedicto XVI también recurría a esta villa pontificia como lugar de descanso, y fue allí donde, días más tarde de anunciar su renuncia, se trasladó en helicóptero, dando inicio a la sede vacante. En ese mismo lugar pasó sus últimas horas como Pontífice y fue visto por última vez en funciones como Papa reinante.

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Benedicto XVI desde el balcón de Castel Gandolfo en sus últimas horas como PontíficeGTRES

Sin embargo, fue Francisco quien, desde el momento en que fue elegido para suceder a Pedro, decidió romper con la tradición y no trasladarse a Castel Gandolfo durante el verano. La razón la dio en una rueda de prensa en un vuelo Corea-Roma en 2014: prefería su «hábitat»: «Acabo de tener vacaciones, en casa, como suelo hacer normalmente, porque… Una vez leí un libro, interesante, titulado: Alégrate de ser neurótico. También yo tengo algunas neurosis [...] Una de estas neurosis es que me apego quizás demasiado al hábitat».

Desde entonces, explicaba, «siempre me tomo vacaciones –¡de verdad!–, pero en el habitat: cambio de ritmo. Duermo más, leo lo que me gusta, escucho música, rezo más… Y así descanso. En julio y parte de agosto, he hecho esto y me ha venido bien».

¿Una señal?

El pasado 30 de mayo León XIV visitó por sorpresa la villa pontificia de Castel Gandolfo. Lo hizo sin anuncios previos y sin que el Vaticano ofreciera mayores explicaciones. Pero el solo hecho de que haya ido allí ya ha abierto interrogantes que van más allá de una simple excursión.

Durante su visita, el Pontífice se detuvo especialmente en los jardines, donde su antecesor impulsó el proyecto de ecodiversidad Borgo Laudato Si’. Con 35 hectáreas y otras 20 dedicadas a uso agrícola, la villa alberga más de 3.000 plantas de unas 300 especies distintas, convirtiéndose en un verdadero refugio natural.

La presencia papal en este lugar —al que Francisco solo acudió en un par de ocasiones en 2013 para visitar a Benedicto XVI, y que desde entonces funciona como museo— ha sido interpretada como una posible señal de que León XIV podría reanudar la costumbre de veranear en Castel Gandolfo.

La espera de un pueblo

La verdad es que Castel Gandolfo lo desea con fervor. No se trata solo de un beneficio turístico —aunque sin duda la presencia del Papa atraería visitantes y revitalizaría la economía local— sino de algo mucho más profundo: la recuperación de un vínculo espiritual e histórico que ha definido la identidad de esta pequeña localidad durante siglos.

El pueblo —que supo vivir durante décadas al ritmo estival del Vaticano— anhela volver a acoger al sucesor de Pedro como huésped. Por ahora, no hay certezas. Tampoco se sabe si León XIV vivirá en el Palacio Apostólico. Son decisiones que se tomarán con el tiempo. Pero la visita del 30 de mayo deja abierta una puerta.

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