Entrada al recinto modernista del Hospital de Sant Pau, en Barcelona

Entrada al recinto modernista del Hospital de Sant Pau, en BarcelonaWikimedia

Rutas por Barcelona

Del último Gaudí al hospital más bonito de Barcelona: 6 edificios modernistas para redescubrir la ciudad

Una ruta por la Ciudad Condal para disfrutar del 'Art Nouveau'

El Art Nouveau, o modernismo, fue un movimiento artístico que se desarrolló desde finales del siglo XIX hasta la conocida como belle époque, a principios del siglo XX. Abarcó todas las artes: desde la pintura, a la escultura, la arquitectura, las artes gráficas, las decorativas, el diseño interior o la moda.

Se caracterizó por un rechazo al estilo neoclasicista y al romántico. En su lugar, proponía formas sinuosas, diseños fluidos y orgánicos inspirados en el mundo natural, con líneas curvas, dinámicas y asimétricas y el uso de materiales modernos como el hierro, el vidrio y la cerámica. Proponía toda una nueva concepción del arte marcada por la vitalidad, la libertad y la creatividad individual.

En Barcelona hay mucho modernismo, al ser el centro donde los arquitectos catalanaes adscritos a esta corriente centraron sus proyectos. Su máximo representante, conocido en todo el mundo, es Antoni Gaudí, pero no es ni mucho menos el único nombre destacable. En esta ruta por la Ciudad Condal visitaremos seis lugares donde disfrutar del Art Nouveau.

Palau de la Música (1905-1908)

El Palau de la Música Catalana es obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. El arquitecto llevó a cabo soluciones en la estructura muy avanzadas con la aplicación de grandes muros de cristal y la integración de otras artes como escultura, mosaicos, vitrales y forja. En el exterior se mezclan elementos escultóricos, que hacen alusión al mundo de la música, con elementos arquitectónicos y decorativos de carácter modernista y barroquizante.

Palau de la Música Catalana en Barcelona

Palau de la Música Catalana en BarcelonaThomas BRENAC

La sala y el escenario forman un conjunto armónico, en el que uno se integra en el otro. El escenario está dominado en su parte trasera superior por los tubos del órgano, que se convierten a su vez en un elemento decorativo e icono del propio palacio.

La Sagrada Familia (1883)

Hacerse cargo de las obras del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia reafirmó a Gaudí en sus convicciones religiosas, acentuó su talante retraído y lo convirtió en un ermitaño. Trabajó en la Sagrada Familia durante más de cuarenta años, desde 1883 hasta 1926, cuando murió. Sobre la concepción de la obra escribe Robert Hughes:

La Sagrada Familia sería un inmenso palacio de la memoria cristiana en el que cada columna, nicho y aguja representaría su propio dogma o un hecho del Nuevo Testamento: un libro, incrustado de esculturas, en el que aparecería toda la iconografía del catolicismo. Los acompañaba con toda paciencia a través del sistema estructural: los arcos paraboloides, las columnas inclinadas que sobrepasarían las convencionales del gótico al transmitir las cargas directamente al suelo sin empuje exterior, lo que permitiría eliminar el uso de contrafuertes.

La Casa Batlló (1904-1906)

El edificio ya había sido construido. La finalidad de Gaudí era remodelarlo. Era propiedad de un industrial textil llamado José Batlló i Casanovas. Como escribe Robert Hughes «Gaudí agrandó el vestíbulo, rehizo toda la caja de la escalera y los muros interiores de los pisos y alteró la forma de todas las habitaciones con sus amplias curvas: apenas hay un ángulo recto en todo el proyecto, y el salón gira hacia el centro en una espiral».

Según Vicente Martorell, Gaudí quería que la Casa Batlló fuese interpretada como un himno simbólico a la leyenda de san Jorge, patrón de Cataluña, en su victoria sobre el dragón.

Casa Milá o La Pedrera (1906-1910)

Pedro Milá i Camps era constructor. Se casó con Roser Guardiola, viuda de un indiano y, por lo tanto, rica. Milá era amigo de Batlló, por eso le encargó una casa a Gaudí. No quería ser menos que su amigo y tenía el dinero suficiente como para lograr su propósito. La idea de Milá era construir un inmueble con pisos de lujo. Fue una obra revolucionaria para la época.

Chimeneas Gaudí Pedrera

Chimeneas de Gaudí en La PedreraImagen de djedj en Pixabay

Gaudí construyó una escalera vecinal y un ascensor, independientes el uno del otro, con lo cual, los señores y la servidumbre no se tropezaran. Asimismo construyó el primer garaje de la ciudad. El primer inquilino de la Pedrera fue el pintor Ramón Casas. La casa, también conocida como la Pedrera, fue la última obra civil de Gaudí.

En ella reunió una recapitulación de todas las formas con las cuales se hizo famoso. Es un edificio naturalista. Según se dice, la Pedrera, recuerda las suaves superficies arenosas de las playas moldeadas por los movimientos de las olas.

Palacio Güell (1886-1901)

Con esta obra se consolidó la relación entre Eusebio Güell y Antoni Gaudí. A pesar de la espectacularidad del palacio, una mezcla de castillo medieval y palacio veneciano, a Isabel López Bru, esposa de Güell, le daba miedo. Por eso se trasladaron al Park Güell en 1906. Con relación al Palacio Güell escribe el ya citado Robert Hughes:

«El palacio era el monumento de Gaudí, que puso un cuidado infinito en el diseño e hizo por lo menos tres versiones completas de la fachada antes de decidirse por la que construyó, que da una sensación veneciana, aun cuando los arcos de entrada y salida, que tienen una altura de dos pisos desde el nivel del pavimento, son parábolas.

El hierro forjado, como los tímpanos briosamente serpenteantes, sus líneas de hierro tensas como muelles, que llenan la parte superior de los arcos, y el macizo escudo de Cataluña colocado entre ellas, con las cuatro barras coronadas por un yelmo y un águila de hierro, tuvo que ser modelado en yeso a tamaño natural por el forjador Joan Oñós antes de iniciarse el trabajo. No habría un solo elemento rutinario. Desde los destinos de las ventanas hasta las celosías de madera que cubren la tribuna de la fachada trasera con una membrana curva como las escamas de un armadillo, todo alude a una imaginación insaciable y perfeccionista».

Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (1902-1930)

Obra de Lluís Domènech i Montaner, es uno de los complejos modernistas más significativos. Consta de trece edificios modernistas.

La propuesta responde a las ideas higienistas del momento, con un hospital organizado en pabellones independientes, orientados en dirección oeste-este para garantizar una buena insolación, rodeados de jardines y espacios abiertos, y conectados por galerías subterráneas. Domènech i Montaner conjugó los principios del higienismo con las características del modernismo, e hizo que la estética fuera tan importante como la funcionalidad.

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