El eurodiputado y candidato de Ciudadanos para las elecciones europeas, Jordi Cañas, durante un debate para las elecciones europeas del 9J, en el Auditori de UPF, a 22 de mayo de 2024, en Barcelona, Catalunya (España). Organizado por Deba-t.org, el debate se enmarca en uno de los últimos actos de precampaña, dado que mañana, 23 de mayo, da comienzo la campaña electoral de los comicios europeos que se celebran el próximo 9 de junio.
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David Zorrakino / Europa Press
22/5/2024

Jordi Cañas ocupó varios puestos en la Dirección Nacional de Ciudadanos y fue diputado en el Parlament y en el Parlamento EuropeoEuropa Press

Entrevista

Jordi Cañas: «Hay quien cobra por adjudicar una obra pública pero Sánchez adjudicó una amnistía por 7 votos»

Jordi Cañas asegura que Pedro Sánchez, con su comportamiento político, ha «legitimado» a sus secretarios de organización

Jordi Cañas se unió a Ciudadanos en 2006. Ocupó cargos clave en el partido, como el de Portavoz Nacional y también fue miembro del Comité Ejecutivo. Ocupó un escaño en el Parlament de Cataluña (2010-2014), aunque dimitió por una investigación de fraude fiscal.

Fue absuelto de la misma en 2018, porque el mismo día del juicio la Abogacía del Estado retiró la acusación. Un gesto, el de su dimisión, que destacaron y valoraron incluso sus adversarios políticos. Jordi Cañas volvió cinco años después como eurodiputado.

En las últimas horas, ha ido aumentando el debate sobre si tiene que dimitir el Presidente del Gobierno y convocar elecciones. Parece que no, que se aferra en el cargo. Una actitud que dista de la de Jordi Cañas, que dimitió nada más conocerse su imputación, aunque luego fue absuelto. Uno de los pocos políticos que ha decidido, por iniciativa propia, tomar esa decisión.

–Bueno, es que ni siquiera me absolvieron. Esto poca gente lo sabe. La abogacía del Estado, que en contra del criterio de la Fiscalía habían mantenido la acusación, el mismo día del juicio la retiró. Pero estuve 5 años desde que dimití hasta que se realizó el juicio para que ese mismo día, la Abogacía del Estado se echara atrás. Pero sí, dimití porque creo que es lo que debe hacer un político en estos casos.

¿Y por eso entiende esa actitud del presidente del Gobierno, de aferrarse al cargo, aunque todos a su alrededor, su mujer, su hermano, sus secretarios de organización, el Fiscal General, o están imputados o están siendo investigados?

–Se explica desde una forma determinada de entender la política que tiene el presidente Sánchez. Si la entiendes como un ejercicio al servicio de los ciudadanos, con voluntad de transformar, de cambiar, de incorporar coherencia, compromiso y ética a la gestión de lo público, o de una voluntad de transformación, sí es absolutamente incompatible con permanecer a toda costa en el poder y prescindiendo de cualquier límite ético.

Por lo tanto, no nos tendría que sorprender que el presidente del Gobierno ni se le pase por la cabeza dimitir, puesto que hace de la supervivencia al frente del Gobierno, su único objetivo y ha sido capaz de todo. De corrupción, en política, hay de muchos tipos. La económica es una de ellas, que es especialmente lacerante, porque juega con dinero público.

Pero la corrupción del presidente del Gobierno para ser investido fue aprobar una amnistía por siete votos. Hay gente que cobra 600.000 euros por adjudicar una obra pública y él, por 7 votos, adjudicó una amnistía. Ha hecho de la corrupción su forma de alcanzar el poder y de permanecer en él, por lo tanto, exigirle un comportamiento ético a estas alturas, es un poco seguramente absurdo.

Pero eso hace mucho daño. Daño a la política, pero especialmente al país.

–Mira, cuando en su momento tomé la decisión de dimitir, que además lo anuncié públicamente, que si me imputaban renunciaría a mi acta de diputado, era un contexto, en 2014, donde había realmente una desafección muy fuerte por parte de la ciudadanía hacia la política. En España, desgraciadamente, hemos vivido siempre, en los últimos años y décadas, en un contexto de corrupción permanente, por parte de los diferentes gobiernos, tanto nacionales como regionales.

Y entonces nosotros, y yo que estaba en un partido que había hecho de la ética y de la voluntad de transformación de la vida política en España una bandera, vi que era obvio e imprescindible que se alinease lo que uno dice, con lo que uno hace. Vamos, es el clásico y pocas veces practicado predicar con el ejemplo. Al final, tú lo que haces es, a través de tu comportamiento, intentar, lanzar un mensaje: oye, se puede hacer de otra manera.

Y mira, estuve cinco años fuera y después volví a la política activa como eurodiputado. Pero las decisiones en política tienen consecuencias. Y formar parte del debate público y dedicar un tiempo a esto conlleva que pueden pasar estas cosas. Y luego están los ciudadanos. Al final, la pregunta es: ¿valoran el comportamiento ético de sus políticos, o no? Ese sería el elemento decisivo.

¿Y lo hacen?

–Bueno, si este comportamiento de Pedro Sánchez se produjese en cualquier otro país de nuestro entorno, sería impensable que se mantuviese en el poder. ¿Entonces, por qué lo puede hacer Sánchez? Pues probablemente porque no ha recibido ese tipo de comportamiento el castigo suficiente como para que a ningún político se le ocurra tomar la decisión de irse. Y eso que él tiene un contexto muy complicado con su mujer, su hermano, las personas más cercanas a él en el partido y en el Gobierno en el punto de mira.

Porque ahora parece que quieren hacer una división entre el Gobierno y el partido. No, no. El señor Ábalos era secretario de Organización y era el ministro que más presupuesto movía, prácticamente. Es decir, que él no se tiene que sentir responsable de esto y pedir perdón por los actos de los demás. No. Él tiene que pedir perdón por sus propios actos y asumir las consecuencias que tienen los mismos. El corolario natural sería la dimisión. Pero yo creo que él cuenta con que, si es capaz de aguantar hasta el 2027, esto no va a tener un coste que, muchos pensamos que va a tener, pero que desgraciadamente después no se produce.

¿Entonces es que hay un problema en la sociedad? ¿Está anestesiada con este tipo de prácticas, o es que se mueve más por otros motivos?

–En general todos tenemos poca memoria. Diariamente, se suceden tantos acontecimientos que es difícil entrelazarlos y acordarse. Así que la ciudadanía olvida muy fácilmente. Y de ese olvido se replican estos comportamientos. Sinceramente, yo pensaba que después de los momentos aquellos fatídicos, de los años 2005 al 2015, después de que la política en nuestro país fuera un pantanal permanente, en un contexto en el que se tenían que tomar decisiones muy importantes a nivel económico, político y social, estaba todo embarrado por la corrupción, todo cambiaría.

Y volvemos a las mismas, en un contexto también extremadamente complejo, que obliga a tomar decisiones muy importantes y obliga a hacer política. Y vamos a estar y llevamos ya unos meses y, seguramente, vamos a estar unos meses más, si el Presidente no dimite, viviendo en un contexto donde no se hablará de nada más que de corrupción. Y eso tiene un coste que la ciudadanía, creo, no pondera adecuadamente a la hora de tomar la decisión de voto.

Parecía que después del 15 M la ciudadanía iba a ser muy exigente y muy beligerante contra todos aquellos que amparasen la corrupción. Y, desgraciadamente, parece que hemos vuelto un poco a las andadas Ojalá, vuelva a ser la corrupción un elemento importante para decidir el voto. Pero sinceramente, no soy especialmente optimista.

Hablaba de Ciudadanos, y está corriendo como la pólvora, otra vez, un discurso que pronunció Albert Rivera en 2019 hablando del plan y de la banda de Sánchez. Fue profético.

–Ciudadanos padeció el mal de Casandra, que era que teníamos la capacidad de adivinar el futuro, pero nadie nos quería. Y después nadie nos votó, a pesar de haber demostrado que se podía hacer política de otra manera, a pesar de haber gestionado lo público con muchísima solvencia, sin casos de corrupción. Sí pudo haber errores políticos, pero como todo el mundo tiene, vamos a ver, pero fueron errores que nunca supusieron meter la mano en la caja.

Y sí, fue profético, y se quedó hasta corto, porque no era solo una banda, sino una banda criminal. Pero creo que había una parte muy importante de la ciudadanía que estaba harta y que sabía y que identificaba los signos de cómo llegó Pedro Sánchez al poder, y que era evidente que eso iba a tener un coste y que, a su vez, todo eso articulaba una forma de gestionar lo público.

¿Por qué?

–Cuando tú eres capaz de romper todo límite ético para alcanzar el poder, cuando eres capaz de todo para llegar hasta ahí, es cuando se rompen los tabús, ya todo es posible. Y cuando todo es posible, la corrupción llega y se legitima. O sea, Pedro Sánchez, con su comportamiento político, ha legitimado a sus secretarios de organización, a presuntamente ganar dinero a cambio de concesiones, porque él ha ganado el poder a cambio de concesiones ilegítimas e ilícitas.

A ver, nos hemos quedado con la amnistía, pero recordemos los indultos o el cambio del Código Penal para ajustarlo a las necesidades de aquellos que habían dado un golpe de Estado en Cataluña en el año 2017. Así se compró el poder. Se benefició de eso. Por lo tanto, esa ruptura de los límites éticos, de alguna forma, ampara un comportamiento ilícito del que ahora se hace el sorprendido, pero no deja de ser fruto de sus actuaciones.

¿Y cree que aguantará hasta 2027 o lo harán saltar antes, aunque sea sus propios compañeros de partido?

–Creo que todo irá en función de si van apareciendo más transcripciones, o más escuchas, o más audios, o más información. Todo apunta a que, lo que aún no ha salido, puede ser mucho más relevante que lo que actualmente hemos conocido. Yo creo que se le va a hacer muy largo. Y a mí, perdona que lo diga desde esta perspectiva, lo que le pase a Pedro Sánchez me da igual. A mí lo que me preocupa es lo que le va a pasar a España si tiene que aguantar con un gobierno noqueado, incapaz de aprobar unos presupuestos y sumido en el debate de la corrupción hasta 2027.

Es decir, qué nos va a pasar a nosotros como país, si perdemos dos años más. Creo que eso es el gran elemento que deberíamos preguntarnos, si España puede permitirse perder dos años más enfangada en el debate sobre la corrupción, por un Presidente que alcanza el poder de una forma ilegítima y que se está manteniendo de la misma manera.

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