Aislamiento, despoblación, ocasionales falta de medios y a veces, también de profesionales, suelen contribuir a empeorar la situación de la población en riesgo

Aislamiento, despoblación, ocasionales falta de medios y a veces, también de profesionales, suelen contribuir a empeorar la situación de la población en riesgoEFE

La salud mental en la Andalucía rural: «La mayor dificultad es la fidelización de nuestros profesionales»

La reordenación acometida en la comunidad en el año 2008 otorgó mayores recursos a las áreas más despobladas, lo que ha permitido atender a su población evitando desplazamientos a las capitales

Se suele afirmar que la salud mental en áreas rurales presenta desafíos particulares debido a una tradicional falta de acceso a servicios y al estigma social que aún hoy existe entre una población mayoritariamente envejecida.

Además, existen varias provincias en España en el que el suicidio presenta ratios mayores en las zonas rurales que en las urbanas, lo que explica las dificultades que atraviesa su prevención en estos lugares.

Aislamiento, despoblación, ocasionales falta de medios y a veces, también de profesionales, suelen contribuir a empeorar la situación de la población en riesgo, mientras que los dirigentes médicos señalan una dificultad añadida, la de lograr estabilizar a los sanitarios en estas áreas.

Un decreto que lo cambia todo

Así lo cree Antonio Jesús Moreno Campos, director de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental en el área sanitaria Sur de Córdoba, que apunta hacia la reordenación de servicios que la Junta de Andalucía acometió en 2018 como punto de inflexión para cambiar esta tendencia.

«Hasta 2007, la gestión de recursos se hacía de manera provincial, de forma que las capitales de provincia absorbían las dotaciones de recursos y aunque llegaban a las zonas rurales, la percepción es que desde luego que estos eran menores que los que disponían las capitales».

Fue en 2008 cuando se publica el Decreto de reordenación de servicios con el que aparece la figura de la Unidad de Gestión Clínica como «elemento vertebrador de la atención médica», que «son totalmente autónomas en su capacidad ejecutiva» y que provocan «un cambio radical» que ha permitido que la gran mayoría de la población de esta y otras área «no tengan ni que desplazarse a las capitales incluso cuando requieren de hospitalización parcial o completa».

«De no ser por aquello, donde se apostó por la gestión clínica como elemento vertebrador, probablemente seguiríamos en una situación donde los recursos se aglutinaban en las zonas urbanas», recalca el doctor.

Fidelización de profesionales

Superado ese obstáculo, no acaban ahí los retos a los que se enfrentan los encargados de velar por la salud mental de todos en las zonas más despobladas.

Por contra de lo que se podría pensar, Moreno Campos cree que el muro del estigma se ha ido superando poco a poco, aunque si aún pervive en las áreas rurales es debido a que su población está cada día más envejecida.

Su mayor preocupación gira en torno a la necesidad de conseguir una fidelización de los profesionales que atienden a los pacientes de estas zonas, clave para seguir su tratamiento y su evolución. «Vivimos en una coyuntura donde nuestros profesionales, no solo los de la salud mental, sino el resto, tienden a fijar su residencia en entornos urbanos, lo que nos lleva a unos ratios de relevo que no son lo más deseables».

«La gran dificultad a la que nos enfrentamos es a lograr una mayor fidelización de nuestros profesionales», continúa, al tiempo que enumera los beneficios que tiene trabajar en un entorno como el suyo: «Las zonas rurales ofrecen aspectos diferenciales como un contexto personal y familiar que nos permite un mejor acercamiento dentro de un proceso, el de la recuperación de un trastorno mental, que es muy participativo», asegura. «Eso nos lleva a establecer unos lazos médico-paciente más fuertes», dice

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